Tres mujeres (pero podrían ser 2 o 5) juegan un partido de golf cuando una de
ellas envía su bola hacia un bosquecillo. Va a buscar su bola en medio de los
árboles y ve una rana atrapada en una trampa de ranas ( hay muchas en los campos
de golf).
La rana le dice a la golfista: "Si me liberas, te concederé tres deseos..." La
golfista no tiene nada que perder. Libera a la rana y esta la dice: "Eh, un
pequeño detalle para tus tres deseos, debo prevenirte que sean los que sean, yo
concederé a tu marido esos mismos deseos elevados a la décima potencia....lo que
no te perjudicará en nada de todas maneras"
"Eso no es ningún problema" ,responde la campeona del put, "Mi primer deseo
será ser la mujer más bella del mundo".
"Entonces que así sea, pero has de saber que si tu belleza ha ser evaluada como
las más grande de todas las bellezas terrestres, tu marido será a costa tuya, tan
resplandeciente como un dios, y nadie tendrá ojos más que para él aunque tu seas,
efectivamente, la mujer más bella del mundo.
"Eso no supondrá ningún problema", replica la mujer, "ya que mi marido no podrá
satisfacer su ego más que cortejando a la mujer más bella del mundo y como esa
seré yo,...vamos, concédeme el deseo!"
Y puf, nuestra golfista rejuvenece y se estiliza por todos sitios, sus rasgos
se transforman hasta alcanzar la perfección y nadie duda que el mundo entero se
volverá a su paso.
Así mismo su marido se transforma en Adonis en su club de bridge.
"Mi segundo deseo será el de ser la persona más rica del mundo" "Tú eres
consciente ", replica la prima de Gustavo, " que tu esposo tendrá una fortuna 10
veces exponencialmente superior a la tuya?"
Por supuesto, pero como todo lo suyo es mío, yo no pierdo nada, y mi riqueza
aumentará exponencialmente 10 veces más"
Y paf, nuestra espléndida y bella golfista, en un abrir y cerrar de ojos,
cambia su apariencia portando joyas en abundancia y vistiendo los más bellos
modelos del modista más admirado del momento y el numero de cifras de su saldo
bancario se multiplica por 6 ó 7.
En el mismo momento, su marido se convierte en el hombre más elegante y rico de
los que jamás se hayan visto por el mundo, y sus bolsillos ( tan lujosos en
diseño y forma) se desbordan de piezas de oro y diamantes que se le caen por el
suelo.
Nuestra golfista se prepara para pedir su último deseo que supondrá el final de
su transformación:
"Ahora desearía tener un ligero, pero relativamente inquietante ... ataque
cardíaco".